En la actualidad, incluso las ciudades históricamente más emblemáticas se unen a la
fiebre por acoger grandes eventos de repercusión global que las sitúen en el mercado de apetecibles
metrópolis que marcan tendencia. París no ha de]ado de participar en esta obsesión, probablemente por la
necesidad de seguir figurando como estrella en un coro de urbes cada vez más numeroso y competitivo. La
Starchitecture, brillante y cara, juega un papel crucial en la comercialización simultánea del evento y
de la ciudad, rara vez atendiendo a las necesidades reales de sus habitantes. Sin embargo, en este
escenario, surgen ideas que proponen alternativas creativas que buscan aunar la materialización de
arquitecturas para el evento con la construcción perdurable y compleja de celebración. París, tras
fallar en 2008, presentó para organizar las Olimpiadas de 2012 la idea de usar los equipamientos ya
construidos en la periferia. Pero esta ciudad dispone en el centro de numerosos espacios, ¿por qué no
sobreponer en ellos lo extraordinario y lo cotidiano?.